sábado, 6 de septiembre de 2014

Fragmentos de Diario de Andrés Fava de Julio Cortázar (I de II)


DGD: Textiles-Serie verde 9 (clonografía), 2009


[Diario de Andrés Fava fue escrito en 1950 como una especie de Tractat de la novela El examen, de la que fue finalmente separado. Apareció como libro hasta 1995, pero sigue siendo, al parecer, uno de los caminos menos visitados de la obra cortazariana, junto con 62 Modelo para armar, Prosa del observatorio, Territorios, Un tal Lucas, Los autonautas de la cosmopista, Salvo el crepúsculo e Imagen de John Keats. Por no hablar de Rayuela, que... He aquí algunos fragmentos del Diario, para documentar nuestra extrañeza y acaso abrir el apetito por esos less traveled roads. (DGD)]


Lo eterno alcanza forma en la acción del hombre.

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Escribir: sucedáneo, sublimación, sustitución... Ya es casi lugar común, lo sabemos de sobra, es decir lo olvidamos. ¿No sería tiempo de analizar mejor esta verdad brillante de la psicología? La verdad es siempre un sistema válido de relaciones. Parece que las relaciones del escritor con sus hormonas, sus complejos y sus trabas, están bien comprendidas en esa verdad que nos da una bonita fórmula: Literatura = Vía sustitutiva. Pero esta verdad puede haber pasado ya, no porque no lo fuera, sino porque las relaciones del escritor con sí mismo y su circunstancia pueden estar modificándose.
          Se dice —y uno sonríe—: “El lenguaje me impide expresar lo que pienso, lo que siento”. Más cierto sería decir: “Lo que pienso, lo que siento me impiden llegar al lenguaje”. Entre mi pensar y yo, ¿se opone el lenguaje? No. Es mi pensar el que se cruza entre mi lenguaje y yo.
          Ergo no hay otra salida que izar el lenguaje hasta que alcance autonomía total. En los grandes poetas, las palabras no llevan consigo el pensamiento; son el pensamiento. Que, claro, ya no es pensamiento sino verbo.

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Encuentro a un amigo malhumorado y nervioso por un problema de trabajo que lo hostiga. Desde fuera, desde el borde de su escritorio, me es cómodo medir el absurdo de esa preocupación por algo que ni siquiera lo alcanza como persona (vive vicariamente un problema ajeno: fatalidad de buen empleado, del gestor honesto). Me pregunto si le ocurre reparar de pronto en el absurdo, por comparación con lo cósmico, si da a veces un paso atrás para que el enorme monstruo contra sus ojos sea de nuevo la mosca posada en el aire. Técnicas, no más que eso. Baruch Spinoza, qué cochino. Cuando alguien murió, un impasible me dijo:
          —En casos así no me dejo ganar; me refugio en seguida en la metafísica.
          —Se ve que el muerto no era tu amante —le contesté.
          Si se pudiera... Siempre admiré en Laforgue ese sentido exacto, aniquilante, de la proporción universal. Único poeta francés que mira planetariamente la realidad. Frente a un tren perdido, un traje manchado, conservar la conciencia de la totalidad, que reduce el incidente a menos que a nada. Pero se ve que el muerto no era tu amante. Ay, Andrés, te empieza a doler la cabeza o el hígado, y esa insignificancia te tapa il sole e l’altre stelle. Te matan una vida como las que te han matado, y a la mierda el universo. El ego se planta solo, un ojo devorando el mundo — sin verlo.

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Definición del misterio: La jaula estaba vacía y con la puerta abierta, y cuando vinieron a mirar había en el fondo una rosa, con el tallo en el cubito de agua, y se veía que acababan de cortarla.

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Unilateralidad, monovía del hombre. Se siente que vivir significa proyectarse en un sentido (y el tiempo es objetivación de esa línea única). No se puede sino avanzar por una galería donde las ventanas o las detenciones son lo incidental en el hecho que importa: la marcha hacia un extremo que (desde que la galería somos nosotros mismos) nos va alejando más y más de la partida, de las etapas intermedias— Es oscuro y no sé decirlo: sentir que mi vida y yo somos dos cosas, y que si fuera posible quitarse la vida como la chaqueta, colgarla por un rato de una silla, cabría saltar planos, escapar a la proyección uniforme y continua. Después ponérsela de nuevo, o buscarse otra. Es tan aburrido que sólo tengamos una vida, o que la vida tenga una sola manera de suceder. Por más que se la llene de sucesos, se la embellezca con un destino bien proyectado y cumplido, el molde es uno: quince años, veinticinco, cuarenta —la galería. Llevamos la vida como los ojos, puesta de modo tal que nos conforma; los ojos ven el futuro del espacio, como la vida es siempre la delantera del tiempo.
          Hilozoísmo, ansiedad del hombre por vivir cangrejo, vivir piedra, ver-desde-una-palmera. Por eso el poeta se enajena.
          Lo que subleva es saber que repito una misma galería, un modelo único desde siempre. Que no hay individuos sino en el accidente; en lo que verdaderamente cuenta, nos merecemos la guía del teléfono, así apareados, así columbarios simétricos, la misma cosa, la misma galería.
          Esto no es misantropía. Ni regateos al vivir, bella cosa. Es mi parte de ser universal.
          ¿Panteísmo? Panantropismo. Pero no porque quiera serlo todo, vivir-mundo; lo que deseo es que el mundo sea yo, que no haya límites para mi asomo vivo. ¿Argos, todo ojos?
          Todos los ojos, Argos.
          Otra definición del terrible señor: “El hombre es el animal que hace inventarios”.
          La propiedad, inventario grandeur nature. Tengo diez hectáreas, un caballo tordillo, una nubecita en forma de corazón. [...]
          Sí, Jean-Paul: el hombre es la suma de sus actos. Pero el tuyo es un enfoque dinámico de esta melancólica integración: el hombre es la suma de su inventario. (Por eso The Great Lover de Brooke, por eso Proust, Rosamond Lehmann, Colette, abejas libando tiempo — ¿no es cierto que sí?)

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Más sobre el supuesto “sufrimiento” del escritor. Si en verdad tienes que sufrir, que no sea por lo que escribes sino por cómo.

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Lo que me convendría estudiar es si cuando creo haber encontrado el buen camino, lo que ocurre es que he perdido todos los demás.

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La máquina literaria. Cómo vuelve el deseo de una creación absoluta, sin error posible, el acuerdo de una idea con su juicio, de un sentimiento con su imagen, de una voluntad con su proyección y su praxis. Lo literario resulta de combinar heterogeneidades en potencia con heterogeneidades en acto. Una sola de las operaciones es ya tarea más allá del hombre. Por eso, tal vez, el escritor continúa.

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Cuidarse del realismo al escribir. Eludir la fauna del zoológico, convocar a unicornios y tritones, y darles realidad. La literatura, como lo dice Malraux de la plástica, debe tender a una creación independiente, donde el mundo cotidiano tenga la influencia que el escritor le tolere, y nada más.

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No me puedo negar a la sensación de que si el sueño prescinde de la lógica de vigilia, o la altera, ese orden no pertenece a la realidad, es sólo una clasificación diurna. Quizá soñamos noúmeno, y recaemos en el fenómeno al despertar. El mundo espera a su descubridor.




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