lunes, 26 de junio de 2017

La literatura “rara” y las corrientes subterráneas (X)




El segundo volumen de Locos, excéntricos y marginales en las literaturas latinoamericanas (Poitiers, 1999) incluye ensayos cuyos títulos infieren nuevos sinónimos para la escritura secreta: heterodoxia, margen, rareza, periferia, locura benigna. ¿Locos, excéntricos, marginales o todo junto? Algunos de los autores estudiados son João Guimarães Rosa, Alejandra Pizarnik, Enrique Lihn, Pablo de Rokha, Mario Vargas Llosa, José Lezama Lima, José Revueltas, Augusto Monterroso, Lillian Hellman, Clarice Lispector o Leopoldo Marechal.



Estos autores son o no son marginales, de acuerdo a como se les quiera ver. Todo depende, pues, de la carga de significado que se dé a las palabras. Hasta Borges podría llamarse marginal; incluso a Miguel Ángel Asturias o a Agustín Yáñez se les podría calificar como excéntricos;



también, si se quisiera, podría colocarse a cualquiera de ellos en el rubro de la locura. Al término de estos vastos volúmenes, el lector ya no puede dejar de ver alguna forma de rareza en cualquier escritor, en cualquier ser humano. Y quizás no le falte razón, pero casi puede asegurarse que no era ese el propósito de Locos, excéntricos y marginales en las literaturas latinoamericanas. De manera involuntaria o no, estos volúmenes meten a los escritores en la misma nave de los locos y la ponen a “navegar alrededor” de la literatura “seria”.




Ya la frase “navegar alrededor” revela que la gran ganadora es esta literatura seria (confiable, sensata, dotada de autoridad) que, en comparación con locura, excentricidad y marginalidad, se vuelve sinónimo de una cordura y una centralidad que sólo piden para ella quienes necesitan que desempeñe las funciones de una institución.




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